José Luis Picón I Málaga, (EFE).- La copla que recitó Picasso a un grupo de malagueños que le visitaron en Francia fue la chispa que inspiró el libro “Y Picasso grababa el flamenco”, del periodista Francis Mármol, que quiere reivindicar que el artista fue un enamorado de la música de su tierra durante toda su vida.
“Adiós, patio de la cárcel, rincón de la barbería, que al que no tiene dinero, lo afeitan con agua fría” rezaba aquella copla que Picasso grabó en 1957, explica en una entrevista con Córdoba NoticiasMármol, que dura este lunes el libro en el centro cultural La Térmica de Málaga, que lo ha editado.
Las diecisiete historias que contienen surgieron al rastrear periódicos del siglo XIX y principios del XX que mostraron cómo, “en esa época, que coinciden con la niñez de Picasso, Málaga era una auténtica meca del flamenco, con hasta una docena de cafés cantantes abiertos y todas las grandes figuras pasando por la ciudad”.
A ello se sumó la entrevista que Mármol hizo a José Guevara Castro, uno de los pintores que viajó para ver a Picasso y homenajearle en Cannes, y que fue quien le desveló que, al preguntarle qué recordaba de su Málaga natal, “lo primero que le soltó fue esa letra de los cantes del Piyayo”.
El flamenco que oyó el niño Picasso
“Pensé que en Málaga, donde a Picasso se le ha relacionado con todo lo ocurrido y por haber, nunca se le había relacionado con la música dominante en su tiempo, en la calle y en los lugares de ocio, porque su padre fue un gran consumidor en locales nocturnos y Picasso debió de escuchar en su casa esos ecos del flamenco”.

En el libro ha llevado al terreno de la ficción esas historias “de un Picasso niño que va a encontrarse con esos personajes flamencos” y las ha hilado a través de un personaje como Paco Promesa.
“En realidad se llamó Paco Jurado y fue un guitarrista melillense, pero afincado en Málaga, que le dio clases de guitarra a Jacqueline Roque, la última mujer de guitarra de Picasso, quien le regaló una pintada por él, que tras un tiempo Paco reparar cambiar por un piso en Torremolinos”, relata Mármol.
Las tres mujeres de Juan Breva
En esas charlas ficticias en su castillo de Cannes, Picasso le va contando historias que conoció en su niñez como las tres muertes del cantaor Juan Breva, y es que la prensa falló erróneamente en dos ocasiones de su fallecimiento, que se produjo finalmente en 1918.
También mataron prematuramente los papeles a La Trini, “una mujer que marcó el cante por malagueñas y que cantaba cosas que tenían mucho que ver con su experiencia vital de mujer maltratada”, apunta Mármol.
Otro personaje que asoma por estas confidencias picassianas es La Cuenca, una bailaora que había actuado y triunfado en Nueva York, La Habana o Ciudad de México.
“Lo que bailaba era protoflamenco, y lo hacía vestida de torero. Es un hilo para seguir investigando, porque podría haber sido la primera transformista o transexual del mundo del espectáculo”, apunta el autor del libro.
El trabajo con Diaguilev
En el apartado de curiosidades, se recuerda cómo Picasso trabajó con los Ballets Rusos de Diáguilev y también pensó para este los decorados de un espectáculo flamenco “para el que reunió una caterva de artistas que reclutó sobre todo en Sevilla”.
Uno de ellos era el bailaor Félix Fernández, a la postre conocido como Félix el Loco, que al estar la compañía en Londres y saber que no sería el protagonista del espectáculo, se encaminó enrabietado a una iglesia londinense y bailó desnudo sobre el altar, lo que le llevó a un manicomio inglés hasta el final de sus días.
Por su parte, el bailaor Pepito Vargas tiró el dibujo que le habia hecho picasso por no haberle sabido pintar bien los ojos, y el malagueño disfrutó además del arte de Antonio Gades o de Antonio el Bailarín.
“Aunque el libro es de ficción, he querido reivindicar que, a pesar de todo lo que se ha elucubrado sobre lo que esperaba y deseaba Picasso, es muy probable que fuera un enamorado de la música de su tierra, simplemente por las guitarras que dibujó , porque ningún artista de su tiempo ha dibujado tantas”, resalta Mármol.
Y añade que “hay gente que atestigua que disfrutaba viendo bailar a los flamencos, porque le grababan a su tierra”.
Ilustraciones de Lafont
Los textos de Francis Mármol están acompañados por las ilustraciones del artista argentino Emmanuel Lafont, que ha llevado “a su terreno” los episodios que le relataron.
“Se lo propuse a Emmanuel porque quería que lo hiciera alguien que no estuviera en la línea oficial sobre Picasso. Es como si lo hubiera hecho el propio Picasso, que si hubiera tenido que ilustrar algo hubiera tomado su propio camino”.
La última joya que incluye el libro es un código QR como epílogo de cada capítulo que permite oír grabaciones originales de cantes desde principios del siglo XX, de artistas como Paca Aguilera, La Antequerana, El Cojo de Málaga o La Rubia, y que muestran “ cómo ha evolucionado el flamenco”. EFE