La retirada de Rusia de la ciudad de Irpin ha dejado un rastro de muerte y destrucción, un horror que ha quedado grabado en las emociones de los últimos evacuados del suburbio de Kiev, muchos de los cuales rompen en llanto tras pisar un terreno más seguro.
“La situación es horrible”, dice Valentina, de 78 años, con voz débil. “Nuestras calles, nuestras casas están destrozadas, lo han bombardeado todo. Nuestros vecinos fueron asesinados, vimos cuerpos tirados en la calle”.
Respira hondo y continúa: “Irrumpieron en nuestra casa a la fuerza, nos hicieron levantar los brazos en el aire y rompieron nuestros teléfonos para que no pudiéramos comunicarnos.
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