Lana para jugar un papel crucial en la lucha mundial contra los plásticos

La eliminación de los derivados del petróleo y los plásticos de nuestra vida cotidiana es uno de los mayores desafíos ambientales que enfrentamos, y la lana se ha abierto camino en esa lucha gracias a un proyecto europeo transfronterizo, Lanaland.

La iniciativa franco-española está coordinada por Neiker, centro tecnológico del Gobierno Vasco especializado en la creación de soluciones innovadoras para los sectores agropecuario y forestal.

El proyecto surge de la necesidad de dar salida a la lana de la oveja Latxa, originaria del País Vasco y Navarra, que no se utiliza desde hace varios años.

Las ovejas, cuya leche se utiliza para la elaboración del queso Idiazabal, son esquiladas anualmente, lo que da como resultado unas 2.000 toneladas de lana al año.

La coordinadora del proyecto, Miriam Pinto, cuenta a Córdoba Noticiascómo este volumen de lana ocupa un «espacio enorme». Con una densidad de entre 20 y 50 kilos por metro cuadrado, necesitaban encontrar una solución.

La idea nació para trabajar en el aumento del valor de la “lana latxa para convertir este material residual en un nuevo producto valioso que podría proporcionar ingresos adicionales a las granjas y resolver un problema ambiental”.

Si bien la lana merino tiene un uso evidente en los textiles por ser suave y bien asentada en el mercado, la latxa es lo que se conoce como lana «gruesa», con características que la hacen «extremadamente rugosa, lo que la excluye, a priori, de ( …) el mercado textil «.

Uno de los cuatro proyectos en los que se centra Lanaland es la creación de material biodegradable a partir de lana de latxa, como cintas de balizamiento para, por ejemplo, marcar pistas de trail running.

Los primeros prototipos de balizas ya están fabricados y ahora los investigadores están estudiando la degradabilidad y compostabilidad del producto final.

La recolección de estas balizas generalmente lleva bastante tiempo, dice Pinto, y a veces pueden quedar fuera de la naturaleza, lo que en el caso de las tiras de plástico tradicionales puede ser particularmente dañino para el medio ambiente.

Con este prototipo de lana, si el material se olvida o se deja en su sitio “se degradará en unas semanas sin afectar al medio ambiente”.

La Escuela de Ingeniería de la Universidad del País Vasco en San Sebastián también está desarrollando, en colaboración con empresas y centros de I + D + i a ambos lados de la frontera, un hilo sustituto de las impresoras 3D.

Los investigadores esperan que el material resultante también sea biodegradable, aunque la mezcla con ciertos polímeros hará que esa degradabilidad sea más limitada que la lana latxa.

“De momento nos estamos centrando en el hilo para impresoras 3D y, una vez conseguida y determinada su durabilidad y propiedades, trabajaremos en el diseño del producto final más adecuado”, explica Pinto.

Otro posible uso de este excedente de lana es convertirlo en un «tejido no tejido», transformándolo en acolchado para ropa de trabajo para condiciones ambientales «extremas» o profesiones con requisitos especiales, por sus características hidrófugas e ignífugas.

El material podría reemplazar los rellenos tradicionales de prendas cálidas similares a las chaquetas de plumas, que se basan en poliéster, un material sintético derivado del petróleo.

Además, la Cámara de Agricultura de los Pirineos Atlánticos y la Universidad de Pau y el Pays de l’Adour están investigando para definir la composición adecuada para el desarrollo de microorganismos que ayuden a la lana a degradar y utilizarla como fertilizante. EFE

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