El clérigo de línea dura Ebrahim Raisi, quien juró el martes como nuevo presidente de Irán, se ha comprometido a mejorar la economía del país sin depender del mundo exterior.
Raisi asume el poder en un contexto de crisis económica paralizante y escasez de agua y energía en el país en medio de negociaciones estancadas con las potencias occidentales para rescatar el acuerdo nuclear de 2015.
«Por supuesto que buscaremos la eliminación de las sanciones crueles pero no condicionaremos la economía y las necesidades de la población a la voluntad de los extranjeros», dijo durante su ceremonia de ratificación.
Las conversaciones nucleares, que se han suspendido debido al traspaso de poder en Irán, esperan asegurar el regreso de Estados Unidos al acuerdo, según el cual Washington levantaría sus sanciones contra Teherán y la República Islámica a cambio cumpliría con sus compromisos de limitar su programa nuclear.
Raisi, que reemplaza al moderado Hassan Rouhani, dijo que «lo que la población quiere del nuevo gobierno es un cambio», algo que «es inevitable y debe suceder».
Para abordar lo que él ve como los principales problemas del país, a saber, la deuda pública, la inflación, la pandemia Covid-19 y la escasez de electricidad y agua, el presidente explicó que ha diseñado «un programa de corto plazo que contiene 10 temas» que debe Ser resuelto, y agregó que revelaría un plan detallado para su mandato de cuatro años «muy pronto».
«El mensaje de la gente el día de las elecciones fue que quieren cambio, justicia, luchar contra la pobreza y la discriminación, y la eliminación de los problemas sociales y económicos», dijo.
La elección presidencial de junio, en la que Raisi ganó casi el 62% de los votos, estuvo marcada por una baja participación y la ausencia de fuertes candidatos rivales. EFE
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